“Pero, a principios del siglo XXI, quedó claro que el planeta era incapaz de mantener con vida a todo el mundo a los niveles occidentales. A partir de ese momento, los más ricos se retiraron en sus fortalezas, compraron a los gobiernos o los inhabilitaron para actuar contra ellos, y echaron el cerrojo a sus puertas para esperar a que llegara algún momento mejor, pobremente teorizado. En realidad, se trataba sólo de asegurar su supervivencia y, para los más optimistas, la de sus hijos — más allá de eso, après moi le déluge.”
Kim Stanley Robinson, El Ministerio del Futuro (2020) (Traducción personal del inglés)
En El Ministerio del Futuro, una de sus novelas más conocidas (una de las preferidas de Barack Obama), Kim Stanley Robinson, famoso autor de ciencia ficción, describe un futuro cercano (2025), donde los estragos del cambio climático acercan la humanidad al apocalipsis y llevan a una parte rica de la población a utilizar sus poderes para salvarse en aislamiento, buscando al tiempo una ideología que justifique ese comportamiento elitista y egoísta, el “sálvese quien pueda” o el famoso “après moi le déluge” atribuido a Madame de Pompadour, la amante de Louis XV. (Como curiosidad, Robinson sitúa el COP29 de 2024 en Bogotá).
La búsqueda de esa ideología ha llegado quizá a término con el libertarianismo reivindicado por Javier Milei, el nuevo presidente argentino, y muchos de los grandes potentados de Silicon Valley (por ejemplo, los multimillonarios Elon Musk, propietario de Tesla y X, y Peter Thiel, uno de los fundadores de PayPal).
Milei escogió el Foro de Davos de este año para presentar su programa (lejos de las locuras y elucubraciones que pimentaron su campaña, pero con ideas igual de radicales), que fue también el escenario escogido por una de las grandes figuras de Silicon Valley, John Perry Barlow, para presentar el 9 de febrero de 1996 la Declaración de independencia del ciberespacio, ejemplo del libertarianismo que domina en las grandes tecnológicas: “Gobiernos del mundo industrial, gigantes cansados de carne y acero, vengo del ciberespacio, el nuevo hogar del espíritu. En nombre del futuro, les pido a ustedes, gente del pasado, que nos dejen en paz. Ustedes no son los bienvenidos entre nosotros. Ustedes no tienen soberanía allí donde nos reunimos… Ustedes no tiene derecho moral de dictarnos su ley y no tienen forma de obligarnos a la que podamos temer… El ciberespacio no está ubicado dentro de sus fronteras… Estamos creando un mundo donde todos puedan ingresar sin privilegios y sin ser perjudicados por prejuicios derivados de la raza, el poder económico, la fuerza militar o el nacimiento… Sus conceptos legales de propiedad, expresión, identidad, movimiento, contexto, no se aplican a nosotros. Se basan en la materia, y aquí no hay materia…”. (https://www.youtube.com/watch?v=3WS9DhSIWR0&t=485s)
Veamos entonces qué es el libertarianismo y cuáles son sus relaciones con Silicon Valley, antes de regresar a Milei.
El libertarianismo
El anarquismo es una ideología política nacida al comienzo del siglo XIX. Según ella, las autoridades atentan contra la libertad del individuo y deben ser suprimidas, que sea la Iglesia, el Estado, etc. La sociedad debe auto-organizarse, en el respeto de la libertad del individuo. Considerada inicialmente como una ideología de extrema izquierda, uno de sus principios fundamentales fue enunciado en 1840 por el filosofo francés Pierre-Joseph Proudhon: “la propiedad es un robo”. Los libertarios pueden ser considerados como una derivación de estos anarquistas de izquierda.
Los libertarianos representan otra tendencia, que podría ser calificada de extrema derecha, donde la abolición del estado se acompaña por la preponderancia de una economía capitalista, libre de toda regulación. Y son los impuestos lo que constituye un robo, no la propiedad. Para el estadounidense Lysander Spooner (1808-1887), uno de los pioneros de este pensamiento, los derechos de los individuos pueden ser limitados únicamente por contratos libremente consentidos: como el Estado no está basado en tales contratos, es ilegitimo.
Sébastien Caré, académico francés autor de varios libros sobre el libertarianismo, lo resume en tres principios: en economía, la eliminación de toda regulación del mercado y el desmantelamiento del Estado-providencia; en políticas sociales, la defensa de las libertades individuales (por ejemplo, la despenalización de las drogas y la defensa absoluta de la libertad de expresión); en política extranjera, el aislamiento, la no injerencia en asuntos internacionales.
Este anarquismo capitalista o libertarianismo es el alimento principal del neoliberalismo de los años 80 del siglo XX, simbolizado por los gobiernos de Margaret Thatcher en Inglaterra y Ronald Reagan en USA. Los principales ideólogos de estas corrientes son los economistas Ludwig von Mises (1881-1973), Wilhelm Röpke (1899-1966), Friedrich Hayek (1899-1992), Milton Friedman (1912-2006), Murray Rothbard (1926-1995), Robert Lucas (1937-2023) y Robert Nozick (1938-2002). Este último, profesor en Harvard y autor del libro Anarquia, Estado y utopia, uno de los más influyentes en los ámbitos libertarianos, dice que “cualquier reclamo que vaya más allá de la mera protección de los derechos de propiedad individuales adquiridos sin violencia es de naturaleza tiránica”, lo cual se aplica especialmente a la utilización del impuesto, considerado como una confiscación del producto del trabajo de ciertos individuos para atribuírselo a otros. Finalmente, una escritora estadounidense, Ayn Rand (1905-1982), muy popular en USA, tiene una gran importancia en la difusión de estas ideas dentro del gran público: un estudio hecho en 1991 por la Biblioteca del Congreso revela que su libro Atlas Shrugged (La rebelión de Atlas, publicado en 1957) era el más influente para los estadounidenses, después de la Biblia.
En USA, el Libertarian Party fue creado en 1971 y está considerado actualmente como el tercer partido del país. El Cato Institute, fundado en 1977, es su principal think tank. Y el Partido Republicano está fuertemente infiltrado por estas ideas.
Menos radicales (o más pragmáticos), los neoliberales no buscan la abolición total del estado: se debe financiar por lo menos a la policía (las desigualdades creadas necesitan controlar a los descontentos – o envidiosos –) y al ejército (hay que combatir el comunismo). El neoliberalismo al poder se reduce entonces a una libertad del mercado, la más grande posible, con libertades individuales restringidas en USA por el conservatismo religioso subyacente en la derecha política.
El libertarianismo y Silicon Valley
La intervención militar del gobierno estadounidense en Vietnam, durante los años 60 del siglo XX, generaron un gran movimiento de oposición, especialmente entre los jóvenes, amenazados con ser llamados al servicio militar. De manera general, esta revuelta se dividió en dos grandes campos: el político, alrededor de la New Left, organizaciones políticas que buscaban un cambio de sociedad; el contracultural, alrededor de los hippies, que buscaban un cambio del individuo. Mientras que los políticos denunciaban la complicidad entre el poder y la tecnología, visible especialmente en la creación de nuevas armas, los hippies se alejaban de la sociedad creando comunas, con un espíritu ecologista y autárquico, donde la tecnología podía ser de gran utilidad.
Entre 1967 y 1970, decenas de miles de jóvenes crearon comunas por fuera de las ciudades (cerca de 800 mil personas, en más de 10 mil comunas). Estas comunas compartían trucos y astucias para mejorar la vida material y espiritual de sus miembros, con la finalidad de poner las tecnociencias al servicio de las capacidades de acción individuales y transformar los individuos en personas creativas. El Whole Earth Catalog, catálogo de ideas y productos que se publicó entre 1968 y 1971, especie de pionero de Amazon en papel, fue muy popular entre las comunidades y fue un gran espacio para el desarrollo de la electrónica personal.
Los investigadores de los dos grandes laboratorios que estuvieron al origen de Silicon Valley, el Stanford Research Institute (SRI) y el Xerox PARC (Palo Alto Research Center), bañaban en estas ideas, a tal punto que la revista TIME, en su número 12 de 1995, dedicado a los hippies, tiene como articulo principal: “We owe it all to the hippies. Forget antiwar protests, Woodstock, even long hair. The real legacy of the sixties generation is the computer revolution” (“Se lo debemos todo a los hippies. Olvídese de las protestas contra la guerra, de Woodstock, e incluso del pelo largo. El verdadero legado de la generación de los sesenta es la revolución informática”).
Las comunas fracasan en los años 80 del siglo XX pero le sobreviven la negación del estado y la creencia en soluciones individuales, donde la tecnología, y especialmente la informática, podrían jugar un gran rol: gran caldo de cultivo para las ideas anarquistas, libertarias y libertarianas. Lo que se conoce hoy como ideología californiana, es una mezcla de la contracultura de los hippies con el espíritu de empresa de los yuppies, estrechamente ligados con las corrientes cyberpunk, transhumanista y tecno-optimista.
Además de Elon Musk, otros potentados de Silicon Valley profesan ideas libertarianas. Un excelente ejemplo es Peter Thiel, que consiguió su fortuna fundando PayPal e invirtiendo en la creación de Facebook. Uno de sus grandes objetivos es escapar de los estados democráticos cobradores de impuestos: “ya no creo que democracia y libertad son compatibles (…) La gran tarea para los libertarianos es encontrar un escape de la política en todas sus formas (…) Si queremos aumentar la libertad, tenemos que aumentar el número de países”. En esa misma línea, Stephen Moore, uno de los principales asesores económicos del presidente Donald Trump y nominado a la Junta de la Reserva Federal, afirmó con franqueza: “El capitalismo es mucho más importante que la democracia. Ni siquiera soy un gran creyente en la democracia”.
El libertarianismo y Javier Milei
De manera sorprendente, las últimas elecciones presidenciales argentinas fueron ganadas por Javier Milei, un economista y libertariano confeso, conocido hasta ese momento por su mala educación, su incapacidad de dialogar de forma serena, sus insultos y exabruptos hacia todo aquel con quien esté en desacuerdo. Y, todo hay que decirlo, por sus indicios, inquietantes para un futuro presidente de un país, de enfermedad mental.
Milei conoce perfectamente las ideas de Murray Rothbard y sus 4 perros mastines, clonados a partir de Conan, su primer perro muerto en 2017, se llaman Murray, Milton, Robert y Lucas, en honor de los economistas libertarianos citados anteriormente. Rothbard defendía una privatización completa de la justicia, de la policía, de la Luna e, inclusive, de los niños (propiedad de los padres, que pueden venderlos libremente). Milei defiende estas ideas, pero se opone en cambio al aborto, en contra de Rothbard.
Como lo dijimos antes, en 1996, uno de los gurúes de Silicon Valley, John Perry Barlow, utilizó el Foro de Davos para pedirle al Estado que no intervenga en el ciberespacio, que deje tranquilas a las grandes tecnológicas, capaces de manejar el mundo por si solas. Este invierno, Javier Milei, nuevo presidente argentino y libertariano confeso, utilizó el mismo Foro para declarar, ante una sala medio vacía: “hoy estoy acá para decirles que Occidente está en peligro. Está en peligro porque aquellos que supuestamente deben defender sus valores están cooptados por una visión del mundo que inexorablemente conduce al socialismo y, en consecuencia, a la pobreza”. Elon Musk reaccionó con un tuit: “Buena explicación de lo que hace que los países sean más o menos prósperos”. Y el propio Milei replicó un tuit donde se burlaban de Klaus Schwab, director de Davos: “Klaus Schwab está siendo atendido por un equipo médico, empezó a convulsionar y escupir espuma por la boca mientras escuchaba el discurso del presidente Milei”.
En el camino de regreso a su país, luego de visitar y abrazar al Papa, a quien había insultado en 2018 en lo que se llamaba Twitter en esa época y hoy X (“Dedicado a vos, zurdo hijo de puta que andás pregonando el comunismo por el mundo. Sos el representante del maligno en la casa de Dios, ¡Viva la libertad, carajo!”), fue más explícito en la condena del Estado: “creo que el Estado es el enemigo, creo que el Estado es una asociación criminal”. “Por lo tanto, siento un profundo desprecio por el Estado (…) El método del estado es precisamente el robo y el Estado es el mayor ladrón estacionario del mundo”. Declaraciones más moderadas comparadas a lo dicho en su campaña: “el Estado es un pedófilo en un kínder, con los niños encadenados y bañados en vaselina”.
Después…
Estamos a solo dos años de la fecha de la novela de Kim Stanley Robinson, y si, todavía (¿por cuánto tiempo?) no estamos en medio del caos climático total, sí estamos cada vez más cerca del ideal libertariano: un mundo donde el mercado es rey y las todopoderosas grandes tecnológicas controlan cada vez más aspectos de nuestra cotidianidad, con muy poca o inexistente regulación externa. Y los progresos de la llamada inteligencia artificial aumentarán aún más su campo de acción. Un país, Argentina, eligió democráticamente un presidente abiertamente libertariano, con otros países en la lista de espera, con dirigentes de ideologías afines (comenzando por Trump en USA, por supuesto). ¿Alcanzaremos a ver las fortalezas anunciadas por Robinson, donde se retiren los poderosos? ¿O le dejaremos esta visión a nuestros hijos? Falta poco para saberlo…