Desoyendo un consejo de Groucho Marx, mi Gran Maestro en marxismo y en muchos otros temas vitales, cumplí años este mes. Groucho dijo, con la gran sabiduría que le acompañó siempre, que “si sigues cumpliendo años, acabarás por morirte”, y si estoy opuesto a algo, es a la muerte, completamente contra. Y este cumpleaños no es uno cualquiera: llego a los 70 años, cifra redonda y mayor a la esperanza de vida de muchos países.
Este tipo de efeméride (fea palabra, pero de culta utilización) es propicio a muchas actividades de balance, que pueden llegar al extremo de la autobiografía. Pero no es mi caso: es una edad aún muy temprana y mi pudor legendario me impide contar muchas cosas (no pasaría la vergüenza frecuente en mí del sonrojo, pero, inclusive virtual, es penoso). He decidido entonces hacer un balance musical, la playlist de mis 70 años: la música me ha acompañado desde mi tierna infancia y la escucha de estas canciones debería decir tanto sobre mi vida, a quien sepa escucharlas, que una autobiografía explícita.
La elaboración de la lista no ha sido una labor simple. La primera decisión ha sido sobre el número de canciones, a escoger entre los más de 10 mil CDs que componen mi colección (sí, más de 10 mil, aunque el número es un secreto que me niego a divulgar; sí, CDs, que sigo comprando junto a otros 7 irreductibles en Lausanne, a pesar de la existencia del streaming, del renacimiento de los vinilos, de la burla de mis hijas, del desespero de mi esposa, etc). Por razones de simbolismo y para guardar un tiempo de escucha correcto, que no ocupe al auditor por más de medio día, he decidido limitarme a 70 canciones. Por supuesto, habrá muchas ausencias, algunas bastante graves y criticables, pero como excusa puedo utilizar la tan manida frase de cajón: no están todas las que son, pero son todas las que están.
Enseguida, hay otras decisiones igualmente arbitrarias que me han permitido dar una cierta estructura a la lista: a pesar de que solo conozco dos géneros musicales, la buena música y la mala, he ordenado las 70 canciones en varios grupos; cada intérprete tiene derecho a una sola canción, con la excepción de los 4 que componen mi podio; una mayoría de las canciones datan de los años 60-70, los años 80 fueron un gran hueco negro para la buena música y las músicas urbanas actuales no son realmente de mi gusto (lo cual no quiere decir que no escucho con placer algunos intérpretes actuales que conservan el gusto de los instrumentos bien tocados y de las buenas armonías vocales); la validez de la selección no es mayor de una semana (24 horas después, por lo menos una quinta parte sería ya diferente).
Finalmente, quisiera señalar la importancia que ha tenido el hecho de vivir mis últimos 47 años en Suiza, a media hora de ruta de dos excelentes festivales de música, diferentes y complementarios, que me permitieron escuchar live a la mayor parte de mis ídolos: el Festival de jazz de Montreux y Paléo, en Nyon. Creado en 1967, el Festival de Montreux presenta durante 15 días de verano a los mejores artistas de jazz y rock, en condiciones ideales de escucha y de visualización: su principal escena, cubierta, el Auditorio Stravinski, es una sala de concierto para música clásica. Único problema, pero de talla, el precio de sus entradas, que puede llegar a varias centenas de francos suizos (prácticamente equivalente al dólar) por persona, por concierto.
El Festival Paléo, creado en 1976 (año de mi llegada a Suiza), tiene un enfoque totalmente diferente: dura una semana, justo después de Montreux, al aire libre, sobre varias escenas, con conciertos 10 horas diarias, que cubren diferentes géneros. Es posible comprar un abono para la semana, a precios muchísimo más abordables que los de Montreux y hay varios tipos de actividades además de las musicales, incluyendo juegos para los niños (durante varios años, asistí con las dos hijas y esposa a la semana entera de conciertos).
Organización
La playlist está presentada en tres partes:
Cómo escuchar
Hay dos maneras de escuchar la playlist:
- Como una lista Spotify: Los70SegunEdu. Aconsejo la segunda solución
- Como un fichero con las 70 canciones, en mejor calidad que Spotify y sin publicidad: lo envío a las personas que lo soliciten a mi dirección email eduardo.zarzal@gmail.com
El podio
Mi podio está formado por 4 intérpretes, a causa de un empate en el tercer lugar. Únicamente en esta parte de la lista hay un orden (el número asociado a las canciones es solamente de numeración, no de orden) y son los únicos interpretes que tienen más de una canción.
The Beatles
Los genios absolutos. A partir del álbum Rubber Soul (1965) hasta Let It Be (1970), todo lo que hicieron es cercano a la perfección y el White Album (1968) es absolutamente perfecto (con la excepción de una “canción”). Revolucionaron la música popular, con arreglos que utilizaban las técnicas de estudio más sofisticadas de la época, que les impidieron incluso la interpretación live de muchas de sus canciones. Su popularidad mundial fue tal que hasta en Colombia se podían comprar sus discos, en una época en que el rock llegaba a cuenta gotas y con una lógica sin sentido. Sus canciones se escuchaban hasta en Radio Musical, emisora que pasaba música sin publicidad, por grupos de tres canciones, dos instrumentales, propicias a música de ascensor, y una vocal donde podía infiltrarse a menudo una canción de los Beatles (en general las más pop, estilo Ob-La-Di Ob-La-Da, Yesterday, etc).
La selección de tres canciones fue la más difícil de todas en la lista: lo más simple hubiera sido colocar todo el White Album (con una sola excepción, como ya dicho). El resultado de hoy es:
- A Day In The Life
Del álbum Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band (1967), considerado por muchos el mejor de los Beatles, esta canción es el resultado de una verdadera colaboración entre John Lennon et Paul McCartney - Helter Skelter
Uno de los mejores rock del grupo, compuesto por el deseo de igualar los éxitos recientes de los Who, alejados del pop inglés. Hace parte del White Album - Why Don’t We Do It In The Road
Otra canción del White Album, rock minimalista compuesto por Paul para probarle a John que también podía componer. Los viajes en carro con la familia estaban siempre ambientados con música y nunca faltaba esta canción, que cantábamos todos a grito herido
Bob Dylan
Segundo lugar para Dylan, a quien conocí no gracias a la radio sino gracias al cine: vi todas las veces que pude la película Concert For Bangladesh (1971), grabación del concierto organizado por George Harrison en el Madison Square Garden de New York, con participación de grandes figuras del rock (además de Harrison y Dylan, había Eric Clapton, Ringo Starr, Leon Russell, Billy Preston, Jim Keltner, etc). Esta película jugó un gran rol en mi formación musical, aunque no llegó al extremo de hacerme amar la música india, adorada por Harrison en sus delirios psicodélicos y representada aquí por Ravi Shankar.
A pesar de la reputación de poeta de Dylan, que lo llevó incluso a ganar el Premio Nobel de Literatura, yo era bastante transparente a la calidad de las letras: mi poco dominio del inglés hablado y la inexistencia de Google limitaron durante muchos años mi placer a la sola música (esta limitación se extendía por supuesto a otros intérpretes: durante muchos años estuve convencido que My Girl, de los Beatles, era una canción de amor).
En gira permanente por el mundo, he tenido la ocasión de verlo en Montreux y Ginebra. Pero sus conciertos valen cada vez menos la pena: transforma sus canciones hasta hacerlas irreconocibles, su voz es solo un (mal) recuerdo de lo que fue e ignora al público dándole la espalda durante casi toda su actuación. En un concierto en Montreux tuve la suerte de atrapar una uña de guitarra que lanzó al público
- Lay Lady Lay
La primera canción de Dylan que escuché. Aunque hacia parte del álbum Nashville Skyline (1969), la conocí y me cautivó en una compilación de artistas diversos que llegó por razones misteriosas a Colombia y que me guardaron los responsables de Cardona Hermanos, mi almacén preferido, que me tenían como uno de los raros compradores posibles de este tipo de música - Like A Rolling Stone
Uno de los más grandes éxitos de Dylan, parte de uno de sus mejores álbumes: Highway 61 Revisited (1965). Este disco confirma el paso de Dylan del folk acústico al rock eléctrico, rodeándose de músicos de blues como Mike Bloomfield a la guitarra y Al Kooper al órgano. Una de las mejores versiones que he escuchado es la que me ofrecieron mis dos hijas para mis 50 años, con Mabel al piano y Pitina a la harmónica - Knockin’ On Heaven’s Door
Canción compuesta para la banda original de la película Pat Garret & Billy The Kid (1973), dirigida por Sam Peckinpah y donde Dylan tiene un rol. La guitarra eléctrica es tocada por Roger McGuinn, de los Byrds. Existen varias versiones por grupos rock, desde Eric Clapton hasta Guns N’Roses, pasando por Bruce Springteen y U2, entre otros
Creedence Clearwater Revival
El tercer lugar de mi podio está ocupado por un grupo que es, para mí, uno de los prototipos del rock gringo, donde la guitarra eléctrica ocupa un lugar primordial y encuentra sus raíces en el blues y el country. Cuarteto con los hermanos John y Tom Fogerty en las guitarras, son los autores, entre 1968 y 1970, de 6 álbumes donde hay muy poco para botar (¡6 álbumes geniales en dos años!). Compositor principal y lider indiscutible del grupo, John entró en conflicto con los otros miembros y con su label, lo que llevó a una disolución en 1972 y a una larguísima inactividad, rota solo en los años 90 por una actividad en solo. En 2009 tuve la oportunidad de verlo en un extraordinario concierto en Montreux, tocando los grandes éxitos de Creedence, acompañado por excelentes músicos de estudio donde sobresalían otros tres guitarristas (John es considerado uno de los mejores guitarristas de la historia). Durante unas vacaciones en carro con la familia, a través de California y los parques del oeste americano, tuve la agradable sorpresa de sintonizar en la radio del carro una emisora que pasaba únicamente música de Creedence: ¡el sueño americano total!
- Down On The Corner
Primera canción del álbum Willy And The Poor Boys (1969), uno de sus mejores. En Cali se escuchó mucho, pasando en emisoras como Radio Eco, con la curiosidad que los locutores anunciaban que el grupo era Willy And The Poor Boys, seguramente convencidos que Creedence Clearwater Revival no podía ser el nombre de un grupo. Lo cual ilustraba el desconocimiento del rock en la época - Fortunate Son
Otra canción de Willy And The Poor Boys, fue uno de los símbolos de la protesta anti-guerra de Vietnam. La voz y la guitarra de John son formidables - Proud Mary
Parte del álbum Bayou Country (1969), esta canción es simbólica del rock americano de Creedence, con influencias negras (blues, soul, gospel) mezcladas con country. Tiene un excelente solo de guitarra de John. Existen varias versiones, incluidas una de Elvis Presley, pero la más famosa es la de Tina Turner
Van Morrison
Tercer lugar ex aequo con Creedence, Van Morrison es un inglés blanco, con voz de negro, capaz de cantar el directorio telefónico y emocionarnos hasta ponernos la piel de gallina. Además de ser multi-instrumentista (guitarra, piano, harmónica, saxofón). Invitado casi eterno del Festival de Montreux, he tenido la suerte de verlo varias veces, aguantando su mal genio que roza la grosería hacia el público, pero gozando cada vez con su voz y su música, influenciada por el jazz y la música afro-americana en general.
- Moondance
Canción del álbum homónimo (1970), la voz de Van Morrison hace aquí maravillas, acompañada por un piano jazzy y un arreglo de vientos donde sobresale el saxofón. Mi hija Mabel hace una versión piano-voz casi tan buena - Bright Side Of The Road
Mi nieto Mateo dice que la mejor manera de verme de bon humor, sonriente y con ganas de bailar es haciéndome escuchar esta canción, del álbum Into The Music (1979): nada que agregar. El saxofón es tocado por Pee Wee Ellis, acompañante habitual de James Brown. Como curiosidad: Shakira la interpretó en la fiesta de abertura del mandato de Barack Obama, en 2009 - Have I Told You Lately
¡La belleza al estado puro! La canción de amor por antonomasia. Hay que oir antes de morir “Fill my heart with gladness / take away my sadness / ease my troubles / that’s what you do”, cantado por Van the Man. Y el piano es perfecto. ¿Qué más pedir? Del álbum Avalon Sunset (1989)
Zarzal
En casa de mis padres, en Zarzal, se escuchaba música a toda hora. A mi familia materna, incluida mi madre, les gustaba mucho el baile y tenían fama de hacerlo muy bien. La vergüenza de la familia fui yo, que nunca aprendí a bailar bien, a pesar de los esfuerzos constantes de toda la familia. Siempre digo que llegué a Suiza expulsado por esa razón, la familia escogiendo un destino donde el baile no tuviera ninguna importancia. En los bailes latinos en Suiza era salvado de dos maneras: mi esposa es una gran bailarina de salsa y lograba hacerlo por los dos; en tanto que DJ, no podía retirarme de las platinas. Felizmente, a pesar de haber nacido en Suiza, mis hijas asimilaron muy bien las lecciones de su madre y han continuado la tradición del baile hasta con sus esposos europeos.
La música cubana tenia una gran importancia, sospecho que por influencia del hermano mayor de mi madre, que vivió un tiempo en Curazao y gustaba mucho de la cultura cubana, hasta tal punto de tener una gran colección de la revista Bohemia (y otras menos santas). A esto se añadía una compilación de canciones de Elvis Presley (50,000,000 Elvis Fans Can’t Be Wrong, 1959), llegado a manos de mi tía menor, por no sé cuales canales. Y, aun más importante, la música que llegaba permanentemente, a todo volumen, de las cantinas que ocupaban las tres esquinas que lindaban con la esquina de mi casa. Boleros y música de despecho, por supuesto.
- La Sonora Matancera: El Vaquero
Una de las canciones preferidas de mi infancia, cantada por el barranquillero Nelson Pinedo. Luego, en Cali, entré a la religión más practicada allí: la adoración de La Sonora Matancera - Nat King Cole: Cachito
Mi madre adoraba los boleros cantados por Nat King Cole en español, particularmente este. Mucho más tarde descubrí que Bebo Valdés, el gran pianista cubano y uno de mis ídolos musicales, fue el coach de Nat King Cole, durante la grabación de su disco en Cuba - Orlando Contreras: Sabor De Engaño
Un ejemplo, entre muchos otros, de la música de cantina que invadía la casa todos los días