El 7 de octubre de 2023, militantes de Hamás, organización islamista de la zona de Gaza, lanzaron un ataque salvaje contra poblaciones israelíes del otro lado de la barrera separando los dos pueblos. Al final del ataque, hubo 1200 muertos, miles de heridos y cerca de 140 rehenes, trasladados al interior de Gaza. Antes de continuar, declaro lo que debería ser evidente: nada puede justificar la violencia y el horror de este ataque, ejemplo claro de terrorismo. Y como la palabra terrorismo será empleada varias veces en este texto, citemos la definición dada por la Real Academia Española (RAE):
“1. m. Dominación por el terror.
Sin.: terror, violencia, intimidación.
2. m. Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror.
3. m. Actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos.”
La respuesta del gobierno israelí, liderado por el Primer ministro Benjamín Netanyahu, no se hizo esperar: guerra total contra Hamás, con el objetivo de exterminar todos sus miembros, destruyendo todas las infraestructuras de Gaza y su población, mujeres y niños incluidos. A los bombardeos indiscriminados, se añadió el bloqueo de la distribución de alimentos, de agua y de medicamentos, junto a un desplazamiento masivo de la población, desplazamiento sin esperanza puesto que los ataques se desplazaban con ellos.
En un poco más de 100 días, los bombardeos israelíes han producido más víctimas que la invasión rusa de Ucrania en dos años: más de 25 mil muertos, en su mayoría mujeres y niños, sin contar la destrucción de las infraestructuras y la falta de comida y agua. Citemos algunas cifras, para permanecer factuales:
- El porcentaje de muertos es el 1% de la población
- La mitad de los fallecidos son menores y el 30% son mujeres
- El número de heridos es superior a 60 mil
- El número de muertos diarios en el primer mes de varios conflictos recientes es: Ucrania, 38; Siria, 45; Irak, 238; Gaza, 330
Los bombardeos indiscriminados parecen seguir un principio enunciado por Gadi Eizenkot, miembro del Gabinete de guerra israelí: “emplear una fuerza desproporcionada y causar inmenso daño y destrucción”. Y el horror de los muertos y la destrucción no se justifican ni siquiera por un triunfo militar: los lideres de Hamás, en su mayoría, siguen vivos, escondidos en Gaza o establecidos en algunos países árabes vecinos; el apoyo de la población palestina a Hamás no había sido nunca tan masivo; esta solidaridad con los palestinos es también visible en Occidente, con manifestaciones multitudinarias en varias grandes ciudades y, lo peor, con una ola de anti-semitismo; no se tienen noticias de la mayor parte de los rehenes.
Estas acciones de represalias salvajes van mucho más allá de la legítima respuesta israelí a la agresión de Hamás y, sin mayores dudas, refiriéndonos a la definición de la RAE citada anteriormente, se pueden calificar de actos terroristas, de un terrorismo de Estado, de uno de los estados más poderosos militarmente del mundo, apoyado incondicionalmente por la mayor potencia militar, USA, y asegurados, gracias a ese mismo apoyo, de una impunidad total de la ONU.
Albert Camus decía que “nombrar las cosas erróneamente es aumentar la infelicidad del mundo”. Como la infelicidad del mundo está alcanzado niveles inimaginados, no seamos cómplices y llamemos con un nombre correcto las acciones de Israel en Gaza: seguramente terrorismo, crímenes de guerra (según el artículo 8 del Estatuto de Roma, privar una población civil de agua, de alimentos y de combustible es un crimen de guerra), muy probablemente genocidio.
Genocidio
Comencemos por la definición dada por la RAE a la palabra genocidio:
“Del gr. γένος génos ‘estirpe’ y -cidio.
1. m. Exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad. U. t. en sent. fig.
Sin.: exterminio, etnocidio, exterminación, holocausto, pogromo, matanza, masacre.”
Afortunadamente, no necesitamos decidir personalmente si este término puede aplicarse a los crímenes de guerra israelíes, lo cual podría conducirnos a ser tratados de las peores ignominias: cómplices del terrorismo de Hamás, anti-semitas, miembros del campo del Mal. En efecto, es el Tribunal Internacional de Justicia (TIJ) de La Haya, la mayor instancia judicial de la ONU, que podría decidir en ese sentido, después de una denuncia interpuesta el 29 de diciembre por el gobierno sudafricano.
Las acusaciones sudafricanas se basan en los hechos de destrucción y de muerte citados anteriormente, de los cuales existen pruebas imposibles de negar: “los actos y omisiones de Israel […] son de carácter genocida, dado que son cometidos con la intención especifica […] de destruir a los palestinos de Gaza como parte integrante del grupo nacional, racial y étnico palestino”. Y se citan, además, algunas declaraciones de responsables israelíes, como por ejemplo:
- Nissim Vaturi, miembro del Likud (partido de Netanyahu): “hay que borrar Gaza de la faz de la tierra”
- Ghassan Alian, general del ejército, que se refirió a los habitantes de Gaza como “animales humanos que deben ser tratados como tales. Querían el infierno; tendrán el infierno”.
Del lado de la defensa Israelí, los argumentos son conocidos: es Hamás que tiene en sus principios fundacionales la destrucción de Israel y para lograr este objetivo está dispuesto a sacrificar su pueblo; las declaraciones de los responsables israelíes son simplemente “excesos retóricos” debidos al traumatismo causado por los ataques terroristas de Hamás; Israel simplemente utiliza su derecho de defensa; Israel es un estado democrático con una justicia fuerte, capaz de condenar toda violación individual del derecho humanitario. Sin embargo, Israel olvidó mencionar que no acepta la aplicación de la Cuarta Convención de Ginebra en los territorios ocupados, que no acepta la presencia de los investigadores de la ONU y que prácticamente nunca ha condenado un soldado o un colono por violaciones del derecho internacional humanitario en Cisjordania. Y la condena de Hamás por Israel no ha sido siempre el caso: Josep Borrell, responsable de Política Exterior de la Unión Europea, acusó públicamente a Israel de haber financiado a Hamás durante años, para debilitar la Autoridad Palestina del Fatah, movimiento rival de Hamás, fundado por Yaser Arafat en 1958 y mayoritario en Cisjordania. La misma acusación fue hecha por el New York Times en diciembre: según este periódico, el gobierno de Qatar financió a Hamás durante años, con donaciones de millones de dólares, pagos tolerados por el gobierno israelí hasta poco antes de los ataques del 7 de octubre. Y el propio Netanyahu declaró en marzo de 2019: “Transferir dinero a Hamás […] es parte de nuestra estrategia para asegurarnos de que nunca exista un estado palestino”
Si el TIJ concluye, en su sentencia, que un genocidio está en marcha, puede dictar medidas cautelares ordenando la detención de las actividades militares de Israel en Gaza. Por supuesto, en este caso, que podría tomar aun varios meses, es casi imposible que Israel obedezca la sentencia. Pero el descrédito y la pérdida moral serían muy grandes, y algunos de sus aliados estarían inclinados a suspender la ayuda militar.
En paralelo con esta demanda en el TIJ, existe una investigación del Tribunal Penal Internacional de La Haya (TPI), dirigida por el británico Karim Khan, conocido en Colombia. Sin embargo, las críticas contra esta acción del TPI son muy fuertes, cuando se compara esta investigación con la de los crímenes de guerra rusos en Ucrania: los fondos acordados a esta investigación son 5 veces los de Gaza.
NOTA: El 26 de enero, cuando este articulo estaba escrito, el TIJ dictó una sentencia donde, sin reclamar un alto el fuego en Gaza, ordenó a Israel que adopte las medidas necesarias para impedir actos de genocidio contra la población palestina de Gaza y que permita el acceso de la ayuda humanitaria.
Apartheid
La denuncia por genocidio tiene un alto valor simbólico para Israel: la Convención sobre el genocidio, que data de 1948, tiene su origen en la condena de la Shoah. Y que sea Sudáfrica el país demandante añade al simbolismo: varias organizaciones de defensa de los derechos humanos, y el mismo Sudáfrica, han establecido paralelismos entre el apartheid sufrido por la población sudafricana, entre 1948 y 1990, y la situación de la población palestina en los territorios ocupados y en Israel.
Amnistía Internacional publicó en 2022 un informe resumiendo esta situación: El apartheid israelí contra la población palestina. Cruel sistema de dominación y crimen de lesa humanidad. Citemos los principales puntos invocados para sustentar esta tesis:
- “La intención de Israel de oprimir y dominar a toda la población palestina a través del establecimiento de su hegemonía en todo Israel y los territorios ocupados, incluso con medios demográficos, y del aumento al máximo de los recursos para beneficio de su población judía, a expensas de la palestina”
- “Los elementos fundamentales de este sistema de opresión y dominación son: la fragmentación territorial, la segregación y el control mediante la negación de la igualdad en nacionalidad y estatuto, las restricciones a la libertad de circulación, las leyes discriminatorias de reunificación familiar, el uso del régimen militar y las restricciones al derecho a la participación política y a la resistencia popular, la desposesión de tierras y propiedades, y la supresión del desarrollo humano de la población palestina y la negación de sus derechos económicos y sociales. Además, se han documentado actos crueles e inhumanos concretos, violaciones graves de derechos humanos y crímenes de derecho internacional cometidos contra la población palestina con la intención de mantener este sistema de opresión y dominación”
- El todo podría ser resumido por una declaración de Benjamin Netanyahu en marzo de 2019: “Israel no es un estado de toda su ciudadanía […] sino el estado nación del pueblo judío y únicamente de este”
Las connivencias del estado de Israel con el apartheid son antiguas: en 1976, John Vorster, primer ministro sudafricano, encarcelado durante la Segunda Guerra Mundial como simpatizante nazi, fue recibido en gran pompa por Yitzhak Rabin, primer ministro israelí, Menachem Begin y Moshe Dayan (en la foto siguiente, de izquierda a derecha: Begin, Dayan, Vorster, Rabin).
En efecto, el gobierno israelí fue uno de los pocos apoyos internacionales al régimen de apartheid sudafricano, visto como una barrera necesaria contra la dominación negra y la expansión del comunismo. Y cerraron los ojos sobre el anti-semitismo y las simpatías pro nazis de los fundadores de Broederbond, la sociedad secreta Afrikaner a la que pertenecieron los creadores del apartheid, favoreciendo en cambio dos puntos comunes entre sionistas y nacionalistas Afrikaners: en ambos casos, citaban la Biblia para justificar que tenían un derecho divino sobre la tierra; de la misma manera que los sionistas proclamaban que Palestina en los años 1940s era una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra, los Afrikaners defendían el mito de que no había una población negra en Sudáfrica cuando ellos la colonizaron en el siglo XVII.
Después de la visita de Vorster a Israel, el informe anual del gobierno sudafricano presentó de la manera siguiente las relaciones entre los dos países: “Israel y Sudáfrica tienen sobre todo una cosa en común: ambos están situados en un mundo predominantemente hostil habitado por pueblos oscuros”. Los israelíes podían verse como una minoría blanca rodeada por 200 millones de fanáticos musulmanes, apoyados por el comunismo, mientras que los Afrikaners eran 5 millones, rodeados por centenas de millones de negros apoyados igualmente por el comunismo. Y, como resultado de la visita, Israel contribuyó a crear la industria armamentista sudafricana, incluyendo el desarrollo de la bomba nuclear, así como a la formación de su ejército.
En 2003, el diario israelí Haaretz citó al antiguo primer ministro italiano Massimo D’Alema diciendo que, unos años antes, durante una visita a Roma, Ariel Sharon, antiguo primer ministro israelí, había afirmado que el modelo de los bantustanes sudafricanos era la solución más apropiada para el conflicto palestino.
Guernica
En julio de 1936, el general español Francisco Franco lanzó un ataque contra el gobierno republicano: es el comienzo de la Guerra Civil Española. Muy rápidamente, Franco recibe el apoyo de los gobiernos fascistas de Alemania e Italia.
Sin ningún objetivo militar, únicamente con el fin de aterrorizar la población vasca, mayoritariamente republicana, unos 100 aviones de la Legión Cóndor alemana lanzaron el 26 de abril de 1937 tres horas de bombardeo sobre Guernica, pequeño pueblo vasco de 7000 habitantes. Al final del bombardeo, habian 1645 muertos y 889 heridos.
Al día siguiente del ataque, Picasso leyó en Paris las noticias describiendo las atrocidades y el salvajismo del bombardeo. Inmediatamente, decidió utilizar el bombardeo como el tema del mural que el gobierno español le había encargado para el pabellón español de la Exposición Universal que tendría lugar ese año en Paris. Terminada rápidamente, la obra es expuesta con gran éxito y se convierte en una denuncia contra el horror de la guerra. Picasso anunció que la obra sería expuesta en España solamente al regreso de la República al poder y, mientras tanto, sería alojada en el Museum of Modern Art (MOMA) de New York. Franco murió en 1975, dos años después de Picasso, y Guernica fue enviada al Museo del Prado de Madrid en 1981. Finalmente, en 1992, Guernica encuentró su hogar en el Museo Reina Sofia de Madrid.
En octubre de 2023, el New York Times publicó una foto de Samar Abu Elouf, mostrando los niños de una escuela de Gaza mirando aterrorizados al cielo, esperando las bombas de la aviación israelí. El recuerdo de Guernica fue inmediato en mi mente. Aquí muestro la pintura y la foto: a mis lectores de hacer o no la analogía del horror.
Manifiesto final
En septiembre de 1967, el periódico israelí Haaretz publicó un texto firmado por un grupo de intelectuales israelíes que resume perfectamente el conflicto palestino y que tiene validez completa casi 60 años después: “Nuestro derecho a defendernos del exterminio no nos da derecho a oprimir a otros. La ocupación conduce a la dominación extranjera. La dominación extranjera conduce a la resistencia. La resistencia conduce a la represión. La represión conduce al terrorismo y al contra-terrorismo. Las víctimas del terrorismo son en general inocentes. El control de los territorios ocupados nos convertirá en asesinos y asesinados. ¡Salgamos ya de los territorios ocupados!”